Algo está cambiando en la mesa de los argentinos. Por años los habitantes de ese país sudamericano tuvieron la particularidad de ser los que más carne comían en el mundo. Pero ahora las cosas cambiaron: en 2010 el consumo de carne vacuna en el país fue el más bajo de la última década.
Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carne de la República Argentina (Ciccra), los argentinos pasaron de consumir unos 68 kilos de carne por habitante en 2009 a 56,7 kilos este año.
Así, por primera vez en más de un siglo, fueron superados por sus vecinos uruguayos como los mayores consumidores de carne bovina del planeta (aunque ambas naciones rioplatenses aún superan ampliamente el promedio de consumo en los otros países).
La mayoría de los observadores coincide en el motivo principal por el que los argentinos están dejando de lado sus famosos "bifes": el alto precio del alimento.
Se estima que el valor de la carne vacuna aumentó más de un 60% en el último año.
Irónicamente, la Ciccra adjudica ese aumento a las políticas de control de precios aplicadas por el gobierno de Cristina Fernández para garantizar el consumo interno del popular alimento.
Las presiones ejercidas por la Secretaría de Comercio Interior para mantener bajos los precios de la carne, que incluyen trabas a la exportación, llevaron a una fuerte caída en la oferta de hacienda, lo cual eventualmente generó un alza de precios.
"Las políticas del gobierno desincentivaron la producción ganadera y ampliaron los márgenes de beneficio para la producción de soja", le dijo a BBC Mundo el economista Mauricio Claverí de la consultora Abeceb.com.
Más soya, menos carne
La caída en la oferta de hacienda se debe a una merma en las cabezas de ganado, generado por la decisión de muchos productores de volcarse a cultivos más redituables y agravado por una de las peores sequías de las últimas décadas, que golpeó a la región en 2009.
Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), entre 2008 y 2010 hubo una disminución de más de 3,7 millones cabezas de ganado.
En tanto, la producción de soja alcanzó este año una cosecha récord de 55 millones de toneladas.
El ex secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, estimó que "en los últimos diez años la agricultura le quitó entre 12 y 14 millones de hectáreas a la ganadería".
Organismos que agrupan a los ganaderos advirtieron que la caída en su producción podría llevar a que Argentina eventualmente tenga que importar carne para abastecer su mercado interno.
"En 2010 se empezará a notar (la escasez), pero 2011 será peor", aseguró hace un año el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati.
Cambio de hábito
El alza en los precios de la carne está llevando a muchos argentinos a reemplazar su tradicional bife por otros alimentos.
Un estudio reciente de la consultora Claves estimó que el consumo de pastas aumentará este año entre un 4% y un 5%.
En tanto, ya sea por cuestiones monetarias o de salud, también ha aumentado la oferta de sustitutos de la carne hechos a base de soja.
Si bien Argentina es uno de los principales productores de la oleaginosa, hasta ahora menos del 2% de la producción era consumida en el país.
Sin embargo, en los supermercados argentinos es cada vez más común ver productos hechos a base de este producto, en particular milanesas y hamburguesas.
La presidenta Fernández instó recientemente a que el país aumente su fabricación de estos productos, para así "agregarle valor a la soja".
La mandataria también recomendó a los argentinos comer otros productos en lugar de carne, como el pollo, que es más sano, y el cerdo, que –según aseguró- tiene propiedades afrodisíacas.
Adentro y afuera
La caída en la producción de carne no sólo afecta los hábitos alimenticios de los argentinos. También cayó la cantidad de carne que el país vende en el exterior.
Según Ciccra, las exportaciones de carne se redujeron un 41,9% en volumen y un 20,9% en valor en el último año.
Argentina, que en la década de los años 70 era la principal exportadora de carne vacuna del mundo, en 2010 ni siquiera pudo cumplir con la llamada cuota Hilton, como se conoce a los cortes de mayor valor que ingresan a la Unión Europea con bajos aranceles de importación.
En tanto, la Ciccra advirtió que la menor producción también está poniendo en riesgo la estabilidad laboral del sector, ya que unas 10.000 personas podrían perder su empleo si la caída continúa.
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