"El juego no ha terminado", aseguró a la BBC el almirante Giampaolo Di Paola, jefe del Comité Militar de la OTAN refiriéndose al futuro papel de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la crisis libia.
Tras la toma de Trípoli y los avances de las fuerzas rebeldes sucedidos en los últimos días, se desataron los primero festejos que parecían preceder una victoria en contra del régimen del líder Muamar Gadafi.
Pero también levantaron la interrogante sobre el futuro de la misión internacional y el destino del país, sin el mandatario que se mantuvo más de 40 años al frente.
"Todas esas celebraciones de victoria fueron algo prematuras", aseguró el analista militar Eric Rojo en entrevista con BBC Mundo.
Y es que aunque aún está por verse la caída de Gadafi -ya sea su rendición, captura o lo que los especialistas piensan será un contraataque aún con mayor fuerza-, la incógnita se cierne en torno a cuál será el papel de la OTAN en la era post Gadafi.
El organismo asegura que continuará la operación militar aérea -permitida desde el 29 de marzo por un mandato de la ONU para proteger a los civiles libios- mientras no se rindan todos los partidarios del gobierno y por "el tiempo que sea necesario".
Presente pero al margen
Sin embargo, desde el inicio de la operación militar -limitada a ataques aéreos- quedó claro lo que la OTAN podía o no hacer dentro de Libia. "Su misión no está cumplida", asegura el analista de la BBC, Jonathan Marcus.
Asegurando continuamente que no tiene previsto mandar tropas terrestres, el organismo ha estado barajando los planes que le siguen.
"El consejo dio a las autoridades militares de la OTAN una serie de directrices políticas para un posible papel futuro del rol de apoyo de la OTAN en Libia... en apoyo de otros esfuerzos internacionales aún más amplios", dijo la portavoz de la organización, Oana Lungescu.
Esto planes podrían ser revelados la próxima semana.
Sin embargo, desde ahora se sabe que la intervención extranjera será limitada a soporte logístico, reconocimiento de aviones y aviones no tripulados (drones) para proporcionar vigilancia.
En conferencia de prensa, Lungescu dijo que la visión general del futuro papel de la OTAN estará basada en tres principios: en primer lugar, el papel de apoyo al pueblo libio; en segundo, no mandar tropas sobre el terreno y tercero, cualquier futuro papel de la OTAN tendrá que ser bajo petición.
"Su mandato es proteger civiles y la alianza lo seguirá implementando mientras sea necesario", dijo Lungescu.
El reto de la unidad
La OTAN espera que sean los recién declarados representantes oficiales del pueblo libio quienes asuman el control y la dirección del país.
"Es el momento para el Consejo Nacional de Transición de demostrar que no sólo pueden tomar el control del país, sino que pueden mantener el control del país y llevar un proceso inclusivo", había dicho Di Paola.
Sin embargo, con una serie de facciones presentes en Libia (no todas representadas por el Consejo Nacional de Transición), el proceso post Gadafi podría ser más largo y doloroso que eso.
No se sabe si pedirán ayuda, ni quien lo hará en caso de considerarla necesaria. Los especialistas aseguran que ésto dependerá de quién se quede al frente del poder.
"La OTAN tendrá que esperar a ver quién los invita, si es que los invitan a participar en alguna forma (...) es el precio a pagar por pensar que por haber dado el apoyo aéreo se les iba a invitar a la mesa", aclara Rojo.
Un argumento respaldado en todo este tiempo por los rebeldes en Bengasi, quienes afirmaron que no permitirían la presencia de tropas de la OTAN en el país.
"(Los libios) tienen una visión de nacionalismo correcta. No van a entregar la poca soberanía que tienen. No se la van a regalar a unos perfumados europeos que se creen dueños del mundo y de la justicia mundial", dice Rojo.
A pesar de los mensajes tranquilizadores de la OTAN, el futuro de Libia podría ser altamente volátil.
Algunos especialistas consideran que la caída de Gadafi no sería suficiente para alcanzar la paz: sus tropas -altamente leales- podrían seguir dando batalla o podría desatarse una confrontación entre las distintas facciones con intenciones de llegar al poder. Esto haría aún más espinosa la intervención de una fuerza multinacional.
"Vamos a ver un camino muy largo, a menos que en algún lugar salga un líder extraordinario que pueda unir a los diferentes elementos de la población de Libia", concluye Rojo
Tras la toma de Trípoli y los avances de las fuerzas rebeldes sucedidos en los últimos días, se desataron los primero festejos que parecían preceder una victoria en contra del régimen del líder Muamar Gadafi.
Pero también levantaron la interrogante sobre el futuro de la misión internacional y el destino del país, sin el mandatario que se mantuvo más de 40 años al frente.
"Todas esas celebraciones de victoria fueron algo prematuras", aseguró el analista militar Eric Rojo en entrevista con BBC Mundo.
Y es que aunque aún está por verse la caída de Gadafi -ya sea su rendición, captura o lo que los especialistas piensan será un contraataque aún con mayor fuerza-, la incógnita se cierne en torno a cuál será el papel de la OTAN en la era post Gadafi.
El organismo asegura que continuará la operación militar aérea -permitida desde el 29 de marzo por un mandato de la ONU para proteger a los civiles libios- mientras no se rindan todos los partidarios del gobierno y por "el tiempo que sea necesario".
Presente pero al margen
Sin embargo, desde el inicio de la operación militar -limitada a ataques aéreos- quedó claro lo que la OTAN podía o no hacer dentro de Libia. "Su misión no está cumplida", asegura el analista de la BBC, Jonathan Marcus.
Asegurando continuamente que no tiene previsto mandar tropas terrestres, el organismo ha estado barajando los planes que le siguen.
"El consejo dio a las autoridades militares de la OTAN una serie de directrices políticas para un posible papel futuro del rol de apoyo de la OTAN en Libia... en apoyo de otros esfuerzos internacionales aún más amplios", dijo la portavoz de la organización, Oana Lungescu.
Esto planes podrían ser revelados la próxima semana.
Sin embargo, desde ahora se sabe que la intervención extranjera será limitada a soporte logístico, reconocimiento de aviones y aviones no tripulados (drones) para proporcionar vigilancia.
En conferencia de prensa, Lungescu dijo que la visión general del futuro papel de la OTAN estará basada en tres principios: en primer lugar, el papel de apoyo al pueblo libio; en segundo, no mandar tropas sobre el terreno y tercero, cualquier futuro papel de la OTAN tendrá que ser bajo petición.
"Su mandato es proteger civiles y la alianza lo seguirá implementando mientras sea necesario", dijo Lungescu.
El reto de la unidad
La OTAN espera que sean los recién declarados representantes oficiales del pueblo libio quienes asuman el control y la dirección del país.
"Es el momento para el Consejo Nacional de Transición de demostrar que no sólo pueden tomar el control del país, sino que pueden mantener el control del país y llevar un proceso inclusivo", había dicho Di Paola.
Sin embargo, con una serie de facciones presentes en Libia (no todas representadas por el Consejo Nacional de Transición), el proceso post Gadafi podría ser más largo y doloroso que eso.
No se sabe si pedirán ayuda, ni quien lo hará en caso de considerarla necesaria. Los especialistas aseguran que ésto dependerá de quién se quede al frente del poder.
"La OTAN tendrá que esperar a ver quién los invita, si es que los invitan a participar en alguna forma (...) es el precio a pagar por pensar que por haber dado el apoyo aéreo se les iba a invitar a la mesa", aclara Rojo.
Un argumento respaldado en todo este tiempo por los rebeldes en Bengasi, quienes afirmaron que no permitirían la presencia de tropas de la OTAN en el país.
"(Los libios) tienen una visión de nacionalismo correcta. No van a entregar la poca soberanía que tienen. No se la van a regalar a unos perfumados europeos que se creen dueños del mundo y de la justicia mundial", dice Rojo.
A pesar de los mensajes tranquilizadores de la OTAN, el futuro de Libia podría ser altamente volátil.
Algunos especialistas consideran que la caída de Gadafi no sería suficiente para alcanzar la paz: sus tropas -altamente leales- podrían seguir dando batalla o podría desatarse una confrontación entre las distintas facciones con intenciones de llegar al poder. Esto haría aún más espinosa la intervención de una fuerza multinacional.
"Vamos a ver un camino muy largo, a menos que en algún lugar salga un líder extraordinario que pueda unir a los diferentes elementos de la población de Libia", concluye Rojo
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